jueves, 20 de julio de 2017

"La señal de la Cruz y los artículos de nuestra fe"

¡VIVA + JESUS!


A los niños que se preparan a hacer su Primera Comunión les recordamos que la señal del Cristiano es la señal de la Cruz. Tiene un modo solemne y a la vez, práctico y sencillo, para realizarla.

Se hace en la Frente, para que nos libre de los malos pensamientos. +
En la boca, para que nos libre de las malas palabras. +
Y en el corazón para que nos libre de los malos deseos. +

A esto se llama signarse.

Y cuando decimos “En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo” a esto se llama persignarse.

La Señal de la Cruz es figura de Jesucristo Crucificado que en ella nos redimió. 
El cristiano usa la Cruz de dos maneras: signarse y santiguarse.

Se usa la señal de la Cruz siempre que empecemos alguna buena obra, principalmente al levantarnos de la cama, al salir de la casa, al entrar en la Iglesia, al comer y al dormir.

La Señal de la Cruz significa y hace presentes los dos principales misterios de nuestra fe:

1° La unidad y trinidad de Dios. “Unidad de Dios” quiere decir que es uno solo. “Trinidad de Dios” quiere decir que en Dios hay tres personas distintas: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

2° La Encarnación, Pasión y Muerte de Nuestro Señor Jesucristo.


Tengamos presente las enseñanzas del Amor Misericordioso, recogidas por P. M. Sulamitis, alma privilegiada del Sagrado Corazón de Jesús, y destinada a ser la humilde portavoz de sus designios de Amor y Misericordia para todos nosotros. La Señal de la Cruz está íntimamente relacionada con el Acto de Ofrenda al Amor Misericordioso, formulado por Santa Teresita del Niño Jesús y de la Santa Faz:

Procura renovar tu ofrenda cada vez que haces la señal de la Cruz; no la hagas nunca de una manera maquinal, como quiera, sino con todo el amor que conviene, pues con ella evocas todos los misterios: el de la Trinidad, y por tanto del Amor Misericordioso del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo; el de la Redención, y por tanto, de la Encarnación, de la muerte de Jesús sobre la Cruz, venida y muerte que le han hecho víctima del Amor Misericordioso, Víctima de holocausto.”

“Acuérdate de que está haciendo esta señal sobre ti en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, te constituyes y afirmas, en virtud de tu primera ofrenda, como pequeña víctima de holocausto, es decir, totalmente entregada, para dar al Amor Misericordioso, bajo la forma de los pequeños sacrificios diarios, de los ligeros sufrimientos de cada día, todo cuanto quiera. Ruégale, como Teresita, que no se canse de ti, y para esto, esfuérzate para acoger lo mejor que puedas todos los pequeños sufrimientos que se presenten en tu camino: esas serán las flores que debes deshojar también por el Amor.”


Es preciso para ser cristianos, conocer y dar fe de lo que creemos. Para esto tenemos el Credo, oración que resume los principales artículos de nuestra fe Católica.

Los artículos de la fe son 14. 7 pertenecen a la divinidad de Jesús y los otros 7 a su santa Humanidad.

Los que pertenecen a la divinidad son estos:

1° Creer en un solo Dios Todopoderoso.
2° Creer que es Padre.
3° Creer que es Hijo.
4° Creer que es Espíritu Santo.
5° Creer que es Creador.
6° Creer que es Salvador.
7° Creer que es glorificador.

Los que pertenecen a la Santa Humanidad son estos:

1° Creer que Jesucristo en cuanto hombre fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo.
2° Creer que nació de Santa María, virgen antes del parto, en el parto y después del parto.
3° Creer que recibió pasión y muerte por salvarnos a nosotros pecadores.
4° Creer que descendió a los infiernos y sacó a las almas de los santos padres que estaban esperando su santo advenimiento.
5° Creer que resucitó al tercer día entre los muertos.
6° Creer que subió a los cielos y que está sentado a la diestra de Dios Padre Todopoderoso.
7° Creer que vendrá a juzgar a los vivos y a los muertos.

Conviene saber: a los buenos para darles la gloria porque guardaron sus santos mandamientos, y a los malos penas perdurables porque no los guardaron.

D. S. B. 


martes, 18 de julio de 2017

"La Consagración del género humano al Corazón Inmaculado de María"

¡VIVA + JESUS!



“LA PAZ DE CRISTO EN EL REINO DE CRISTO”, magnífico objetivo de Nuestro Santo Padre el Papa(*), y es María quien nos lo obtendrá, María es la imagen de la paloma que llevó la rama de olivo al patriarca Noé.

“Yo reinaré a pesar de Satán y de sus secuaces”, prometió Nuestro Señor a Santa Margarita María pero, como hijo amante, El no reinará sin su Madre: “Es por medio de la Santísima Virgen María que Jesucristo ha venido al mundo y es así que por Ella debe Él reinar en el mundo” (San Luis de Montfort). Lógicamente, el reino del Corazón Inmaculado de María debe preceder al reino del Sagrado Corazón dado que “María es la aurora que precede y descubre al sol de justicia” (id).

Si Nuestro Señor ha deseado la Consagración del género humano a su Corazón Sagrado, es algo determinante de que Él desea un homenaje idéntico al Corazón de su Madre, como Él confió a Santa Brígida: “La Virgen conformó su Corazón según mi Corazón... y esto porque mi Madre y Yo obramos la salvación del hombre de tal forma que puede decirse que hacemos un solo Corazón, quasi unum Corde”. Este Corazón incomparable, obra maestra de la Santa Trinidad, se vuelve el instrumento de la regeneración del mundo por la Encarnación, ya que no es solamente que se hará la regeneración del mundo por Cristo Rey: ¡es Aquella que nos ha dado a Cristo Salvador quien nos da a Cristo vencedor!
Nosotros somos los hijos de María; la Consagración es un motivo de reconocimiento de pertenencia decretado por el Salvador moribundo: “¡HE AQUÍ A VUESTROS HIJOS! ¡HE AQUÍ A VUESTRA MADRE!”

Ser proclamada solemnemente Reina del Universo, es derecho de María: todos los padres de la Iglesia, todos los Santos reconocen su grandeza sobre toda la Creación. San Bernardino de Siena proclama: “El reinado de María es así de vasto que después de la Trinidad, Ella manda en el cielo, sobre la tierra y sobre los infiernos”. San Anselmo, san Bernardo, San Buenaventura, etc., celebran y alaban su realeza. Pero, como lo ha recalcado el señor presbítero Gilloz en un estudio reciente (El Evangelio en la Vida), esta realeza exige de la parte de sus súbditos un reconocimiento formal y oficial. Así como el universo entero está consagrado al Sagrado Corazón y una fiesta especial ha sido establecida en honor de Cristo-Rey, la Iglesia es llamada a rendir el mismo culto al Corazón Inmaculado de María Reina del Universo, ya que siempre hay en Ella un paralelismo sorprendente entre los misterios de la vida de Nuestro Señor y el culto que nosotros debemos darle a Él y a la Virgen Santa. Así, la Iglesia celebra el nacimiento de Jesús y el de María, el Santo Nombre de Jesús y el Santo Nombre de María, la Presentación de Jesús y la Presentación de María al Templo, la Ascención y la Asunción, etc. La Iglesia llama a Jesús nuestro Maestro, María nuestra Soberana, Jesús nuestro Abogado, María nuestra Mediadora, Jesús el Autor de la gracia, María la Madre de la gracia, etc. De tal modo, como conclusión de sus bellas páginas, la Consagración del género humano al Sagrado Corazón parece destinada a ser seguida de la misma Consagración al Corazón Inmaculado de María. ¡Acelerémosla por nuestras ardientes oraciones!

“De todo el magnífico tesoro de gracias que nos ha dado Nuestro Señor Jesucristo, declaró León XIII, sobre el Rosario en una de sus notables encíclicas, no cederá ni un ápice, en el plan divino, sin la mediación de María”. Ella se impone más que nunca cuando se trata de obtener gracias extraordinarias como la purificación y la renovación del mundo. La victoria que nosotros queremos, es la victoria final sobre el infierno desencadenado: solo María puede obtenérnosla. Pío IX constató una verdad en todos los siglos y dió la prueba cuando escribió: “La Inmaculada Virgen María, puesta entre Cristo y la Iglesia, siempre ha salvado al pueblo cristiano de las más grandes calamidades” (Encíclica del 2 de Febrero de 1849). Así como lo recalca San Juan Eudes: “Dios nos ha amado hasta morir por nosotros, pero si en el Corazón de Nuestro Señor se reconoce la justicia como un atributo de Dios ¡en el de la Virgen Santa se ve la misericordia!”.
¡Corazón doloroso y compasivo de María, mira la miseria de la humanidad, el malestar espantoso de MILES DE MILLONES de almas que no pueden ser partícipes de los beneficios de la Redención! Que vuestra Paciencia, vuestra Sabiduría, vuestra Misericordia extienda sobre el universo vuestro cetro maternal, ayúdanos a obtener esta Consagración que deseamos!

EL CIELO HA HABLADO

Esta Consagración está preparada y ha sido nombrada por hechos sobrenaturales del siglo pasado: en primer lugar, en 1830, la MEDALLA MILAGROSA con los dos Corazones que María nos ha dado para que podamos nosotros aprender a unir en ellos nuestro amor y darles nuestro culto. Ella mostró sus pies sobre el globo terráqueo, que es su prerrogativa, y las manos repletas de gracias. “Que bello será, repetía la Vble. Catalina Labouré, de entender el dicho: “¡María es la Reina del Universo!”.

En 1836, gracias a la intervención divina de N. SRA. DE LAS VICTORIAS, se confirmaron claramente los designios de Dios tocantes a la glorificación del Corazón de María: “Consagra todo el templo y tu parroquia al Santísimo e Inmaculado Corazón de María”, se oyó repetir dos veces, antes y después de la misa,  por una voz fuerte al párroco acobardado por la irreligiosidad de sus parroquianos, y así fue como la piedad refloreció magníficamente en las almas a partir de esta Consagración. ¡Anuncio de gracias que transformarán el universo consagrado a María!

En 1846, a una Hija de San Vicente de Paúl, Nuestro Señor le entregó el ESCAPULARIO DE LA PASIÓN, que junta en uno de sus lados el Corazón agonizante de Jesús y el Corazón compasivo de María, rodeados de la invocación: “¡Sagrados Corazones de Jesús y de María, protegednos!”.

En 1876, es en PELLEVOISIN donde María vino a afirmar, después de un milagro repentino de curación, su poder sobre el Corazón de su Hijo al mismo tiempo que su bondad: “Yo soy toda misericordiosa y Dueña de mi Hijo... Su Corazón está tan pleno de amor por el mío que no rechazará lo que le pida... Por mí el tocará los corazones más endurecidos”. POR MI: ¡Ah! ¡Cuando el mundo esté entre sus manos, que no hará María para salvarlo!

Todos estos hechos llevan la firma de Dios: estos milagros renombrados tienen un origen divino. Cuando el Cielo interviene así de diversas formas, es para que nosotros abramos los ojos sobre los puntos inadvertidos: la unión de los Santos Corazones, de una parte, que nada puede ni debe separar, de la otra, el poder del Corazón Inmaculado. “¡REINAD SOBRE NOSOTROS MARÍA, VOS Y VUESTRO DIVINO HIJO!”.

LLAMAMIENTO A TODAS LAS ALMAS MARIANAS

Meditemos esto: todos, sobretodo los más humildes, tenemos el poder, y el deber de acelerar el triunfo de nuestra Madre por nuestras oraciones y nuestro apostolado. La oración y la súplica, junto a las inmolaciones y los sacrificios escondidos, he ahí la parte de los fieles en las decisiones de la Santa Iglesia, cada vez que ella decore con una nueva flor la frente radiante de María. El Espíritu Santo quiere que estas gracias estén siempre disponibles, nunca impuestas, sino buscadas fervientemente...Veni et coronaberis! ¡Venid y seréis coronada, oh María, Reina de todos los corazones por la Consagración del género humano a vuestro Corazón Inmaculado! ¡ES NECESARIO QUE EL REINE! ¡ES NECESARIO QUE ELLA REINE! OPORTET: ¡EL DEBE, EL DEBE! Junto al Santo Cura de Ars, quien hizo la oración de todas las horas, repitiendo a menudo: ¡OH MARIA, QUE TODAS LAS NACIONES TE GLORIFIQUEN, QUE TODA LA TIERRA INVOQUE Y BENDIGA VUESTRO CORAZÓN INMACULADO!

D. S. B.


Nihil obstat.

G. Geslin,
censor

PUEDE IMPRIMIRSE
Séez, 17 de Abril de 1931.

Can. LECONTE, v.g.


(*) Nota.- Pío XI.